Un paso hacia vos mismo y vos mismo PDF Imprimir Correo
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Un paso hacia vos mismo y vos mismo. En la dirección que marca tu propia brújula. Sin que nadie piense por vos. Sin que nadie decida por vos. Sin que nadie viva por vos. Un solitario y pequeño paso que te conducirá por la más increíble de las sendas, hacia la aventura más sorprendente: el conocimiento de tu cuerpo y de tu mente, el reencuentro con tu alma. Se habla mucho del yoga. Se barajan nombres exóticos que lo hacen atractivo pero que, al mismo tiempo, poca gente comprende: hatha, sivananda, iyengar, kundalini... Se mencionan diferentes tipos de yoga, de posturas, de pranayama o respiración, de meditación. Y las personas que se sienten interesadas, muchas veces se desaniman al no saber por dónde empezar. Existen, además, miedos causados por el desconocimiento: hay quien opina que "te comen el coco" o que podría "ser una secta"... Nada más lejos de la realidad. Yoga significa "unión". Se trata de la reunificación del cuerpo, la mente y el alma. Mucha gente duerme la vida, vive en la “Matriz” sin llegar siquiera a sentirla. Así hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres; a la fuerza y sin quererlo, hacen visitas, sostienen una conversación, están horas enteras sentados en sus oficinas, todo a la fuerza, mecánicamente, sin que les guste: todo podría ser realizado lo mismo por máquinas o dejar de realizarse. Y esta mecánica eternamente ininterrumpida es lo que les impide que, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer y sentir su estupidez y ligereza, su tristeza y su irremediable vanidad. Sin embargo, existe otro tipo de persona: el ser humano consciente que camina, busca, se pregunta, indaga. Llega un momento en la vida en que esa persona se para y comienza a escuchar. Primero se asusta, porque oye mucho ruido. Pero después, poco a poco, aprende a diseccionar cuidadosamente los sonidos como si estuviera realizando con ellos un laborioso análisis microscópico. Entonces, un día, sonríe. Y la sonrisa es profunda, porque proviene del centro de su alma. Y la sonrisa es eterna, porque comprende que ha empezado a escuchar los latidos de su propio corazón. En ese día, esa persona concreta habrá dado un primer gran paso hacia sí misma, el único movimiento que tiene sentido. Se inicia aquí el camino. A partir de ahora, tendrá que elegir entre las múltiples sendas que conducen a la meta y se verá obligada a avanzar, paso a paso, a través de escarpados acantilados, hermosos jardines o tempestuosos mares. Todos tenemos un camino por andar, unas lecciones que aprender y un alma que reencontrar. El compromiso vos mismo y con tu vida puede dar sentido a esa llamada que, desde el centro de tu pecho, tantas veces te ha angustiado sin que comprendieras por qué, de qué se trataba o qué te estaba pasando. Una vez has decidido que deseas empezar a caminar tenés que elegir, cuidadosamente, el sendero. El Yoga es una de las opciones posibles.¿cómo sabes que es la tuya? Sencillamente, lo sabes. Porque, de pronto, te encuentras experimentando un bienestar antes desconocido. Porque, sin causa, sonreís, te sentís feliz.. Porque te levantas por la mañana dispuesto a tener un gran día. Porque celebras cada segundo de tu maravillosa existencia. Porque sabes descubrir la fuerza para enfrentarte a los problemas. Porque tenés un centro. Sin embargo, todas estas perspectivas pueden llevar a engaño. El Yoga no es una varita mágica que convierte las penas en alegrías, lo negro en blanco, las lágrimas en sonrisas. Es, más bien, un trabajo diario en el que el practicante tendrá que comenzar a escuchar su alma. Empezará a ver cuáles son las cadenas que le atan, cuáles los impedimentos con los que su propia mente obstaculiza la conquista de la felicidad. El practicante de yoga empezará a darse cuenta de que su ego lo tiene esclavizado. Porque, a partir de aquí, esa persona ya no puede hacer otra cosa que comprometerse. Y es un compromiso importante, tal vez el más importante de su vida, puesto que implica ser fiel a si misma, al más profundo anhelo de su alma. Y es un compromiso que no tiene vuelta atrás porque, si abandonas, si desfacelles y caes, tu vida nunca volverá a ser como antes. Es duro pero gratificante. Tu cuerpo se vuelve más flexible. Tu mente se serena. Tu vida se pacifica. Tu corazón se calma. Es duro. Requiere sinceridad. Requiere autoanálisis. Requiere trabajo diario. Requiere paciencia y constancia. Sin embargo, has vislumbrado tu luz, te sabes hermano de las estrellas, ¿cómo podrías, pues, dejar de resplandecer?
Te espero. Yo estoy comprometido en tu causa.
Llamame y comenza ya tu maravilloso viaje interior.
Alejandro González
4725-3587

 Un paso hacia vos mismo y vos mismo. En la dirección que marca tu propia brújula. Sin que nadie piense por vos. Sin que nadie decida por vos. Sin que nadie viva por vos. Un solitario y pequeño paso que te conducirá por la más increíble de las sendas, hacia la aventura más sorprendente: el conocimiento de tu cuerpo y de tu mente, el reencuentro con tu alma.

 Se habla mucho del yoga. Se barajan nombres exóticos que lo hacen atractivo pero que, al mismo tiempo, poca gente comprende: hatha, sivananda, iyengar, kundalini... Se mencionan diferentes tipos de yoga, de posturas, de pranayama o respiración, de meditación. Y las personas que se sienten interesadas, muchas veces se desaniman al no saber por dónde empezar. Existen, además, miedos causados por el desconocimiento: hay quien opina que "te comen el coco" o que podría "ser una secta"... Nada más lejos de la realidad. Yoga significa "unión".

 Se trata de la reunificación del cuerpo, la mente y el alma. Mucha gente duerme la vida, vive en la “Matriz” sin llegar siquiera a sentirla. Así hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres; a la fuerza y sin quererlo, hacen visitas, sostienen una conversación, están horas enteras sentados en sus oficinas, todo a la fuerza, mecánicamente, sin que les guste: todo podría ser realizado lo mismo por máquinas o dejar de realizarse.

 Y esta mecánica eternamente ininterrumpida es lo que les impide que, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer y sentir su estupidez y ligereza, su tristeza y su irremediable vanidad. Sin embargo, existe otro tipo de persona: el ser humano consciente que camina, busca, se pregunta, indaga. Llega un momento en la vida en que esa persona se para y comienza a escuchar. Primero se asusta, porque oye mucho ruido. Pero después, poco a poco, aprende a diseccionar cuidadosamente los sonidos como si estuviera realizando con ellos un laborioso análisis microscópico.

 Entonces, un día, sonríe. Y la sonrisa es profunda, porque proviene del centro de su alma. Y la sonrisa es eterna, porque comprende que ha empezado a escuchar los latidos de su propio corazón. En ese día, esa persona concreta habrá dado un primer gran paso hacia sí misma, el único movimiento que tiene sentido. Se inicia aquí el camino. A partir de ahora, tendrá que elegir entre las múltiples sendas que conducen a la meta y se verá obligada a avanzar, paso a paso, a través de escarpados acantilados, hermosos jardines o tempestuosos mares. Todos tenemos un camino por andar, unas lecciones que aprender y un alma que reencontrar. El compromiso vos mismo y con tu vida puede dar sentido a esa llamada que, desde el centro de tu pecho, tantas veces te ha angustiado sin que comprendieras por qué, de qué se trataba o qué te estaba pasando. Una vez has decidido que deseas empezar a caminar tenés que elegir, cuidadosamente, el sendero.

 El Yoga es una de las opciones posibles.¿cómo sabes que es la tuya? Sencillamente, lo sabes. Porque, de pronto, te encuentras experimentando un bienestar antes desconocido. Porque, sin causa, sonreís, te sentís feliz.. Porque te levantas por la mañana dispuesto a tener un gran día. Porque celebras cada segundo de tu maravillosa existencia. Porque sabes descubrir la fuerza para enfrentarte a los problemas. Porque tenés un centro. Sin embargo, todas estas perspectivas pueden llevar a engaño. El Yoga no es una varita mágica que convierte las penas en alegrías, lo negro en blanco, las lágrimas en sonrisas. Es, más bien, un trabajo diario en el que el practicante tendrá que comenzar a escuchar su alma.

 Empezará a ver cuáles son las cadenas que le atan, cuáles los impedimentos con los que su propia mente obstaculiza la conquista de la felicidad. El practicante de yoga empezará a darse cuenta de que su ego lo tiene esclavizado. Porque, a partir de aquí, esa persona ya no puede hacer otra cosa que comprometerse. Y es un compromiso importante, tal vez el más importante de su vida, puesto que implica ser fiel a si misma, al más profundo anhelo de su alma.

 Y es un compromiso que no tiene vuelta atrás porque, si abandonas, si desfacelles y caes, tu vida nunca volverá a ser como antes. Es duro pero gratificante. Tu cuerpo se vuelve más flexible. Tu mente se serena. Tu vida se pacifica. Tu corazón se calma. Es duro. Requiere sinceridad. Requiere autoanálisis. Requiere trabajo diario. Requiere paciencia y constancia. Sin embargo, has vislumbrado tu luz, te sabes hermano de las estrellas, ¿cómo podrías, pues, dejar de resplandecer?

Te espero. Yo estoy comprometido en tu causa.
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